martes, 23 de febrero de 2016

9. ¿Máscaras? ¿Careta? ¿Antifaz?... ¿Quién eres? ¿Cómo soy?



¿MÁSCARA? ¿CARETA? ¿ANTIFAZ?...
¿QUIÉN ERES? ¿CÓMO SOY? 
Mensaje #9
Disfruta cada video! ¡Regresa enseguida al mensaje y que sea de bendición!
           
https://www.youtube.com/watch?v=wi2McBanyZY                         
            La Máscara, careta o antifaz, cubre el rostro, esconde la cara. Su uso se remonta a las culturas egipcia, griega y romana, en sus fiestas y representaciones escénicas. Eran símbolos protectores del miedo y fuerzas amenazantes del hombre y se personificaban para influir en las fuerzas demoníacas o desconocidas y personajes del infierno. En El Renacimiento tuvieron auge las máscaras burlescas, arlequines, pierrots y colombinas pero su mayor empleo fue en el siglo XVIII en Italia y los carnavales de Venecia donde casi todos sus portadores escondían su cara para sentirse libres en aquel desenfreno. En rituales de invocación, quien usa una máscara está en asociación directa con el espíritu por lo que corre el riesgo de ser afectado por él. En algunos países su uso está presente en cultos de curación, de muertos, de iniciación, para producir enfermedades, expulsar males, infortunios o dolor, protección de cosechas y atraer la fertilidad y la abundancia. Todo esto está alejado totalmente de la voluntad del Creador del Universo.
            Aunque el lenguaje corporal es muy importante, la cara tiene un papel vital en las relaciones humanas. Los primeros cinco minutos del primer encuentro entre dos personas pueden ser cruciales. Las expresiones de la cara pueden formamos opiniones sobre el carácter, personalidad, temperamento, inteligencia, capacidad y hábitos de nuestro interlocutor. El rostro es uno de los medios más ricos de la comunicación. Pero a veces, algunas personas tienen rostros como máscaras, para ocultar su verdadero yo.           
            El ser humano vive deseando tener conductas agradables, más, qué difícil es la lucha entre el espíritu y la carne. Existe un tentador que tuerce nuestros propósitos y nos conduce a flaquear, en nuestro libre albedrío. 

            Hay un letrado personaje que me inspira y roba cada día más, mi admiración. ¡Escribió cartas que me atraparon! ¡En ellas me sumerjo, me limpio y me revivo! Me enamoró su pluma, su razonamiento, su verbo de inspiración divina; y sobre todo, la disposición de su corazón para ser el más pequeño, ejemplo de humildad habiendo estado entre eruditos y poderosos. Por causa de su ministerio misionero; yo, considerada “gentil”, podré decir: “¡Presente!... “Cuando “Allá”, se pase lista”.
            Hablo de Saulo, figura señera del cristianismo primitivo llamado también “Pablo Apóstol de los gentiles” y “Apóstol del cristianismo”, nació en el año 10 d.C. en Tarso, Cilicia, actual Turquía. Su conocimiento del hebreo, griego y arameo, suscitan polémica en la interpretación de algunos pasajes y temas en sus “cartas paulinas”. Su personalidad reunió sus raíces judías; la influencia recibida de la cultura helénica y su interacción con el imperio romano, cuya ciudadanía ejerció.   Fue motor de la construcción y expansión del cristianismo. Sus escritos, fueron la fuente primaria de estudios científico-literarios que nos obligan a admirar su apasionada personalidad y establecieron para la historia, la cronología de su gran actividad misionera. 
            Su “conversión” ocurrió camino a Damasco, cuando perseguía a los seguidores de Jesús para darles muerte como habían hecho con Jesús y lo segó una luz desde donde escuchó la voz del Maestro: “Saulo, Saulo ¿Por qué me persigues? ¡Yo también hubiera caído a tierra!  Su nombre: “Saulo” que significa: “invocado” “llamado” fue cambiado a “Pablo”, que significa: “pequeño o poco”, cuando se mudó “de su estado de libre” al de “siervo-esclavo”,  por considerarse: “servidor de Dios” y “pequeño instrumento humano escogido para ejercer una misión”. https://www.youtube.com/watch?v=7YsZGAuEXN8 
            En el año 67 d.C., fue martirizado en Roma. Su cabeza fue cortada con espada, ya que la muerte en cruz estaba reservada para los esclavos y él era ciudadano romano.                               Pablo se llamó a sí mismo “abortivo”, por sentirse el más insignificante entre los seguidores de Jesús y no haber sido de los que acompañaron en vida al Maestro. De ser perseguidor y asesino de cristianos, fue transformado en mensajero de Dios para llevar su mensaje a los “gentiles” que son las personas que desconocen los mandamientos de Dios, ponen sus mentes en las vanidades del mundo, y buscan las riquezas materiales sin importar cómo las adquieran. Pablo escribió sus epístolas para que los gentiles sigan siendo transformados, como él lo fue. Admiramos y creemos que Pablo es un hombre santo de Dios. ¡Fue enfático en sus epístolas! ¡No hay excusa para quien no las conoce!

            En esta carta del Apóstol Pablo a Timoteo, él advierte a la iglesia de los tiempos malos y plagados de corrupción que se avecinan y de las personas que haciendo ver que son una cosa, son en realidad, otra.  Pablo invita a tener cuidado de aquellos que usando una máscara, careta o antifaz, engañan, hacen maldad y persuaden a hacer el mal. Pero hay una buena noticia: “si buscamos de Dios permanentemente, aunque los tentáculos del mal nos quieran alcanzar, de todas esas cosas nos librará el Señor”.

            Cada nuevo día, el mundo se aleja más del plan divino pero, hay un remanente de “Pablos” que alcanzarán “las promesas que Dios tiene para los que le aman”. Y ¡Allí debemos estar! No podremos cambiar el final. Está escrito y sólo Dios puede cambiarlo. Pero SÍ podemos ser: “imitadores de Pablo”. No para perseguir a los cristianos, pero sí para ser portadores de las buenas nuevas de Dios y poder decir un día como Pablo:
“He peleado la buena batalla, he acabado la carrera, he guardado la fe. Por lo demás me está guardada la corona de justicia, la cual me dará el Señor, juez justo, en aquel día; y no sólo a mí, sino también a todos los que aman su venida”  2 Timoteo 4:7-8


Gracias por tus comentarios y por disfrutar y compartir mis mensajes. ¡Dios te continúe bendiciendo!

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