¡ESCUCHÉ
UNA VOZ…!
MENSAJE # 53
¡La voz resonó
en mi cerebro causando un temor reverente! “Mi palabra es lo único que salva el alma”, le
escuché decir. ¿Qué será la voz que escuchamos a veces dormidos o despiertos?
¿Es una corazonada? ¿Es nuestra conciencia? ¿El Espíritu Santo? O ¿Es el propio
Dios? ¿Debemos ignorarla?... ¡De ninguna manera!... Dios habla en el trueno, en
el viento, con las aguas y hasta el asna de Balaam habló cuando Dios, así lo
quiso. Porque es el Dios de lo imposible.
Y volví a
escuchar, “Lee Ezequiel 18:4-9 He aquí que todas las almas son mías, como el
alma del padre así el alma del hijo es mía; el alma que pecare, esa morirá. Y el
hombre que fuere justo, e hiciere según el derecho y la justicia; que no
comiere sobre los montes, ni alzare sus ojos a los ídolos de la casa de Israel,
ni violare a la mujer de su prójimo, ni se llegare a la mujer menstruosa, ni
oprimiere a ninguno; que al deudor devolviere su prenda, que no cometiere robo,
y que diere de su pan al hambriento y cubriere al desnudo con vestido, que no
prestare a interés ni tomare usura; que de la maldad retrajere su mano, e
hiciere juicio verdadero entre hombre y hombre, en mis ordenanzas caminare, y
guardare mis decretos para hacer rectamente, éste es justo; éste vivirá, dice
Jehová el Señor.”
Me dije: “Es
Dios” ¿Cómo reconozco su voz dentro de mí?... Si Él mismo lo ha dicho: “Porque
la voz no se confronta con mi palabra y además, te da paz”… Y es cierto,
sabemos que todo mensaje que Dios da, ya sea: por medio de circunstancias,
usando otras personas, o un sueño; si se confronta o riñe con su palabra, y
además no nos da descanso, no viene de Dios. ¡Dios habla claro y su palabra
respalda su mensaje! Somos nosotros quienes, muchas veces, dizque “no
entendemos”, o nos hacemos “los chivos locos”. Porque es más fácil tener
excusas para seguir haciendo lo que nos da la gana, lo que queremos, lo que nos
gusta, aún sabiendo que lo que hacemos “no está bien”.
Sentí de nuevo
esa voz dentro de mí, como el sonido de un gigantesco tambor de guerra,
diciendo: “¿Qué tendrá que pasar para que mi palabra sea entendida y obedecida?
¿Será necesario otro diluvio, otra Torre de Babel, otra lluvia de fuego como la
que destruyó a Sodoma y Gomorra?”… ¡No me atreví ni a responderme a mí misma!
¡Dios siempre tiene la razón! Hubo un gran silencio y yo seguí preguntándome:
¿Tendrá que hablarnos Dios desde otra zarza ardiente, como a Moisés? ¿Somos tan
tercos como aquel faraón de Egipto y necesitaremos de aquellas plagas, para
reaccionar? ¿Cuándo será que cruzaremos el Mar Rojo, dejando atrás nuestro Egipto de pecado, que nos separa
de Dios y de sus promesas?
También me
pregunté ¿Debo hablar sólo lo que quiere oír la gente y quedar bien con el
mundo? Y me respondí: ¡No! ¡No puedo! ¡El tiempo se acaba! ¡El tiempo tuyo y
mío, se nos acaba!
Pensé en Noé.
Su misión era de vida o muerte pero, en medio de su anuncio fue objeto de
burla. ¡El mundo no creyó ni aún, cuando comenzó a caer la lluvia!... Entonces, ¿Qué debo hacer? ¡Debo vivir como
Dios manda! ¡Levantar “la vara” con los ojos de la fe! ¡Que se abra el Mar Rojo de las bendiciones
que nos esperan! ¡Que se muevan las montañas y se abran los mares! Pues, ¡Dios
prometió que: temores, enfermedades, angustias y tentaciones (esas trampas de
muerte que el mundo pone frente a nosotros), se ahogarían y desaparecerían en
el fondo de las aguas, igual que le sucedió al ejército y a los carros de
Faraón!... ¡Dios nos da la salvación, pero el precio es: “la obediencia”. Él
quiere un alma limpia, ataviada de blanco, como la novia, lista para las Bodas
del Cordero. Por eso, “el tentador” busca arrancar el alma de cada ser humano. Y
yo, ¿Dejaré que se salga con la suya? ¿Caeré en su trampa, cambiando la gloria
de Dios por el fuego eterno? ¡Suena fuerte, áspero, feo y nada poético! Pero,
¿Cómo vivir planificando un mañana, siendo parte de la triste realidad de un
mundo alejado de Dios, y callar? Y ¿Cómo estar tranquila viendo a nuestra niñez
y juventud siendo atacada sin compasión, por el mal y aquellos que se prestan
siendo sus instrumentos para llevar a cabo el trabajo del infierno?... ¡Dios nos llama! ¿Cómo no responder a su voz,
si Él con nosotros, es fiel a sus promesas? ¡Él nos pide cambiar nuestro rumbo!
¡Vivir de acuerdo a lo que Él manda, a sus mandamientos! ¡Es una decisión
personal! ¿Lo harás tú? ¿Crees que Dios nos habla? ¡Amén ¡Yo también le creo a
Dios!
¡Que el amor de
Dios se derrame en tu vida, y oigas su voz dentro de ti!
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