lunes, 27 de junio de 2016

"El Canal de Todos"... ¿Es de todos?

“EL CANAL DE TODOS”… ¿ES DE TODOS?...  
¡Amaneció el lunes 27 de junio de 2016! ¡Un día después del jolgorio por la inauguración de la Ampliación del Canal de Panamá! ¡Quieren estallar de emoción, aún, mis entrañas preñadas del nacionalismo que se instaló dentro de mí desde que era una niña! Cuando oía hablar, hasta con temor, del comunismo que deseaba enraizarse en nuestra nación, usando como caldo de cultivo, la insatisfacción de los istmeños por el trato recibido de los “zonians” a los “verdaderos dueños”  de la franja canalera… ¡Y yo…me convertí en una “olla de presión nacionalista”, en un “volcán Barú pequeño y con falda”, cuya rebeldía invadió mis venas hasta acelerar las palpitaciones de mi corazón! Me reuní con jóvenes idealistas de distintos colegios secundarios de nuestra altiva provincia chiricana, pagando el precio de reprimendas por mi arrojo, en esa temprana edad de mi vida. ¡Yo no podía callar! ¡Sentía el deber de hablar, gritar, y…actuar! Y así, en feroz lucha contra la impotencia, me hice parte del movimiento de aquel 9 de enero,  identificada con “los Ascanio Arosemenas” del momento, y después, con “el atrevido veragüence” que recorría el mundo buscando el apoyo de los pueblos para culminar en el Tratado Torrijos-Carter. Así, con llanto y risa de panameños que exigíamos “equidad”, Dios abrió la gigantesca puerta mostrando al orbe que, Panamá había abierto sus entrañas para beneficio del mundo entero, “sin acepción de personas”. ¿“Acepción”? ¿Qué es eso?  Es: “aceptar, reconocer y preferir sin razón lo que se justifique”. Simplemente, no dar cabida: al “rechazo, oposición, negativa, denegación, aversión o antipatía; sentimientos que el ser humano puede “encubrir” fácilmente con hipocresía y llegar, dándose cuenta o no, hasta el odio, la inquina, el menosprecio y el repudio”. ¡Suena terrible! ¡Sí, suena terrible porque, es terrible”! ¡Veamos: “Entonces Pedro, abriendo la boca, dijo: En verdad comprendo que Dios no hace acepción de personas, sino que en toda nación se agrada del que le teme y hace justicia”. (Hechos 10:34-35)… Si mi padre estuviera vivo, diría… ¡Jóóóóó!
¿Estuvimos todos los panameños representados en la fiesta de “El canal de todos”? ¿Estuvieron en los palcos de invitados especiales nuestros indios y negros, con sus preciosos trajes en un evento de tan soberana envergadura y alegraron su corazón por ser tomados en cuenta? ¡Ellos, cuyas etnias han pagado a través de la historia, un precio tan alto en la mal llamada “equidad panameña”? ¡Oh, “Equidad”! ¿Qué es eso, con qué se come? Es dar a cada uno lo que se merece en función de sus méritos o condiciones. Equidad es no favorecer en el trato a una persona en detrimento o perjuicio de otra. ¡Veamos otro ejemplito más de “El Canal de Todos”…! ¿Estuvieron representadas en la “invocación religiosa”, todas las congregaciones e iglesias que invocan al Dios que provee de todo, a Panamá; las que permanentemente oran por nuestro país y sus autoridades ?... Esto, sólo como dos ejemplos de “la lucha más grande del ser humano”, “la lucha más encarnizada”, que está arraigada en nuestro interior: “la de la falta de humildad verdadera”, “la de NO poder reconocer la individualidad, el libre albedrío, las diferencias, la diversidad del hombre, y en esa variedad de ideas poder aceptar y abrazar o al menos compartir, con los que difieren de nuestro pensar.”
¡Cuidado! ¡No queramos seguir siendo los dueños absolutos de la verdad: “Jesús” dijo: Yo soy la verdad…” Y esa debe ser la única verdad. Y creo que en eso, casi todos, sino todos, decimos estar de acuerdo. ¿Se llevará cada panameño cuando muera, un pedacito de “El canal de todos”? Y, ¡El Canal ¿será “de todos”? ¡Sí, el canal es de todos, pero no pareciera serlo! ¡No lo creo!... ¡Sí creo, en un Dios que manda agua para ese canal cuando los creyentes se lo piden; en el Dios que manda paz al país, donde los creyentes ayunan, oran y esperan en Él. ¡Creo y predico a un Dios que “no hace acepción de personas”! ¡Transforma corazones, abre los ojos espirituales y da sabiduría a quien la necesita!... ¡No puedo tener a Jesús en mi corazón, y a la vez, insistir en “hacer acepción de personas”, discriminando y separando a quien no piensa como yo… ¡Eso es vivir engañado y engañando; predicando una mentira, una gran mentira! Y, ¡La mentira no es hija de Dios; es otro, el Padre de la Mentira! (Te invito a leer tu biblia en San Juan 8:44-47)  ¡Sigo creyendo y predicando a un Dios “equitativo y justo”! ¡Al Dios “que pone y quita reyes”! ¡Sigo orando y estoy alerta, para que mi nacionalismo, aquel que nació en mi pecho y ha crecido conmigo; ese que ha reído y llorado con cada cosecha lograda por mi país…  se bendiga un día, viendo a panameños que, usando el atuendo que sea, manifiesten con sus actos: “equidad”, alejados del egoísmo humano. Y muestren como buenos cristianos, el “no hacer acepción de personas”… Y, ¡Lo compartan TODO!...  ¡Ese día, Dios me inspirará el poema titulado:

“El canal de Panamá…El canal de Todos”. https://www.youtube.com/watch?v=Al7RA-oV_qk

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