DOMINGO DE
AMOR, MÚSICA Y VERSOS
¡La emoción me
invadió al escribirte estas líneas!...
Me despertó “un
relincho” ¿sabes qué es? Para los que somos del monte es: “música a nuestros
oídos”… ¡Otra vez en la playa! ¡Es que mis nietos andan “de vaca”, como dice
uno de ellos. ¡Sí, “de vacaciones”! Los dos varoncitos que vienen de Dallas,
cada vez que viajan a Panamá, llegan al aeropuerto usando camisas panameñas y
de palmeras, enviándonos el mensaje: “vengo para la playa”. Ya crecerán y tendrán
su propia agenda donde “Kela”, como me llaman será para ellos una visita, a cumplirla con amor sí, pero… una
visita. Los atraparán los afanes del mundo, los estudios y los amores, igual
que ocurrió a cada uno de nosotros en los años jóvenes. ¡Es la ley de la vida!...
Pero, yo hablaba de “un relincho”. Salí al patio a disfrutar el amanecer. En el
llano de atrás, pastaban tres yeguas cada una con su cría. Inquietos potrillos
que me recordaron mi Boquete y mi niñez. Cuando batallando con el frío y el
bajareque, íbamos “muy de mañana”, totuma en mano. Hacíamos la fila para cuando
el tío Chicho terminaba de ordeñar a la vaca llamada “la tristecita”, meter
nuestra totuma debajo de la mismísima teta de la vaca, para “apañar el apoyo”,
leche final que sale caliente y llena de espuma, la que toman los terneros que
aún no están destetados. Entonces había que ver quién tenía más grandes los bigotes
blancos, como de viejitos, que nos dejaba la espuma de leche… Fueron mis
primeros “milk shake”, de leche sin pasteurizar y sin hervir. No eran batidos McDonalds,
ni ellos los han podido igualar.
Dije “la fila”
pues, aunque no íbamos todos a la vez, éramos en total 29: mis 23 primos, mis
seis hermanos y yo… Pero ¡“la tristecita” daba leche para todos!... ¡Qué
tiempos! Y siempre había caballos y
yeguas con sus crías, “relinchando” y pastando en el potrero… ¡Hoy, Dios me ha
mostrado: “Cuán millonaria fui cuando creí que era pobre”!
A l@s de monte
adentro, a l@s de montaña, a l@s de “tierras altas” como nos llaman a algun@s
chirican@s “meto” pues crecimos en la cima donde nacen los ríos caudalosos; a
ell@s dedico estos versos de mi inspiración, que acompaña mi pandereta en un
lindo mensaje musical:
¡VIEJO PATIO!
Volviendo por tu
vereda, viejo patio de mí pueblo,
con frondosas
arboledas y aquellas ramas de almendro
que parecieran
paraguas abiertos en el invierno...
Sin ser ave… volé
lejos, tendiendo al viento mis alas
llevando como
equipaje…¡sueños… sueños… y más sueños…!
Los días se me
hicieron años dejando rastro en el tiempo,
y al viento
abiertas mis alas otra vez retorné al puerto
donde me esperó
paciente la barca de mis recuerdos.
¡Yo, dorada de
veranos…! ¡Tú, con humedad de inviernos!
Ramitos de siempreviva,
los dos cargando en las manos…
Otoños… y
primaveras… y marcas de calendarios
ambos llevando en
el cuerpo...
La misma calle
empedrada, los cantarines riachuelos,
y pendiendo de los
árboles las parásitas y ensueños.
Floridez de tus
ramajes, familiar brisa aromada
de olor a café
tostado y a fragancia de hortaliza,
pimentón, cebolla
y nabo.
Viejo patio de mi
pueblo… No he cambiado, soy aquella
que juguetona y
traviesa empinaba hacia tu cielo
su estatura tan
pequeña, queriendo robar la luna
de tu noche
boqueteña, y un lucero, y una estrella,
para alumbrar el
castillo de lodo, tierra y arena,
de pétalos y
palitos, piedrecitas y hojas secas,
que construí con
mis manos… Yo sé que tú lo recuerdas…
Allí vivían las
hormigas, séquito de la princesa
que adornaba sus
vestidos con titilantes luciérnagas…
Volviendo por tu
vereda, viejo patio, patio viejo,
con tu frondosa
arboleda de grandes ramas de almendro
que siguen siendo
paraguas que cobijan al viajero...
Quiero dormirme en
tu hierba, soñar que me arrulla el viento
como una madre que
en vela no duerme por sus pequeños.
(Ahora vuelvo
siendo madre y ahora puedo comprenderlo)
Quiero enterrar en
tu suelo el cansancio de los tiempos
y el llanto de mis
inviernos.
Viejo patio de mi
pueblo… decirte ¡Cuánto te quiero!
¡Que hoy a tu
regazo vuelvo y… sigue siendo mi equipaje:
sueños… sueños… y…
más sueños!
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